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Mostrando las entradas de septiembre, 2007

À ma mère

Larga ha sido ya la espera -apenas un grano de eternidad- desde tu partida... Siete son ya, desde mi ventana, los soles de otoño que han pasado; mas tu voz, clara como siempre, sigue llamándome cada mañana. Has de ver el alba, mariposa, en cada gota de rocío, en cada hoja, en el revoloteo de las alondras que, como tú, hoy remontan el vuelo.

La Poesía

Para escribir poemas, para ser un poeta de vida apasionada y romántica cuyos libros están en las manos de todos y de quien hacen libros y publican retratos los periódicos, es necesario decir las cosas que leo, esas del corazón, de la mujer y del paisaje, del amor fracasado y de la vida dolorosa, en versos perfectamente medidos, sin asonancias en el mismo verso, con metáforas nuevas y brillantes. La música del verso embriaga y si uno sabe referir rotundamente su inspiración arrancará las lágrimas del auditorio, le comunicará sus emociones recónditas y será coronado en certámenes y concursos. Yo puedo hacer versos perfectos, medirlos y evitar sus asonancias, poemas que conmuevan a quien los lea y que les hagan exclamar: "¡Que niño tan inteligente!" Yo les diré entonces que los he escrito desde que tenía once años: No he de decirles nunca que no he hecho sino darles la clase que he aprendido de todos los poetas. Tendré una habilidad de histrión para hacerles creer que me conmuev
En la vertiginosa cabalgata de la vida me dejé olvidado el corazón

Vivaldi

Me refugio entre las claras notas que manan de un violín etéreo. Cierro los ojos y aspiro la fragancia de hojas amarillas y lluvia. Me torno cometa a merced de la brisa, ora suave, ora punzante como carámbanos de invierno. Reclinado contra el tronco de un árbol imaginario, soy ave, fuente, aire, todo...