Tengo en mí un universo, dos goteras, el viento y un perro que olvidó ya cómo mover la cola. Tal vez no soy más que un gigante que se sueña molino, o un hidalgo que vuela por los aires hasta caer en su caballo. ¿Quién lo sabe? Tengo en el bolsillo un par de besos fríos de anteayer, y una ojeriza bárbara contra el vacío.
¿A dónde ir cuando no quedan islas para naufragar?