De a poco, entre cadenas que el viento mueve a su paso se desdibuja tu silueta en cada bocanada. Con múltiples rostros te he soñado, hasta olvidar los rasgos primigenios de tu idea. Allí, en el exiguo rincón en que el hierro no corta y la mano no alcanza más que el mito. Allí, aquí, donde el filo de la cordura se desgasta carcomido a pedazos por el calendario. Me dueles más que saberme iluso mercachife de tristezas, de sueños, de vapores, de vagas ideas incompletas que en mis delirios alguien tacha de poemas...
¿A dónde ir cuando no quedan islas para naufragar?