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Orfeo


Desde el sauce, entre el ramaje
en que canta el estro enfurecido,
pulsa el aire, arrancando notas
al fiero sirviente de Eolo.

De sus dedos desgarrados
nacen notas, suspirantes
sinfonías de amor entristecidas
como gotas de soles por la tarde...

¡Vuelve, tañe tu lira,
deleita los oídos del amante!
Calma el espíritu salvaje
de hombre, bestia y dioses inmortales.

Asciende una vez más desde el Estigia,
retoña en el olivo de Atenea
y sube hacia los cielos, renovado,
de la mano de Eurídice por siempre.

Comentarios

protaro dijo…
eolo es un buen amigo... de mucha ayuda muy seguido

interesante este nuevo tono en tus lineas, bueno cmo siempre.

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No

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