(E. Munch, Tren de Humo ) De pie, junto al tren, esperaba tu llegada. Arribo tras arribo, siempre atento de la mano del reloj. Pasaron rostros, historias, maletas, ataúdes, y tú no llegabas, y yo, impávido, seguía allí, de pie, junto al tren. Llegaste al fin un día por la calle, sin prisa, marcando tus pasos lentos por la acera... No hubo tren, no hubo maletas. Tan sólo tú y yo. ~JP
¿A dónde ir cuando no quedan islas para naufragar?