Madurar es un proceso lento, confuso y a menudo doloroso. Hacer lo correcto, aún a pesar de lo difícil que ello puede resultar, es ciertamente difícil, pero es –sostengo– la única manera probada de crecer y evolucionar para así alejarnos de nuestra condición primigenia de simples simios erguidos. Bien visto, es uno de los puntos en los que la mayoría de las grandes tradiciones religiones y filosóficas coinciden. El camino de lo correcto suele estar pavimentado de dificultades y de espejos que reflejan nuestras propias y más profundas debilidades, pero si en algún lugar existe una olla de oro, debe ser al final de este camino...
-JP
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